Los estratos de los secuestrados
lunes, marzo 28, 2005
Hay en Colombia un movimiento que genera fuertes presiones políticas y de opinión, para que sean liberados 63 rehenes que están en poder de las Farc. En esta lista de secuestrados aparecen una ex candidata presidencial, algunos congresistas y miembros de la fuerza pública.
Para la liberación de estos secuestrados, la iglesia ha hecho eco de la petición de los secuestradores, quienes exigen el despeje de dos municipios en el Valle del Cauca. A diario escuchamos el clamor de varios sectores que le exigen al gobierno una actitud menos rígida frente al tema, pues de lo que se trata es de liberar a estos colombianos, algunos de los cuales ya cumplen seis años de encierro.
La presión para canjear a estos colombianos por 500 delincuentes se hace desde todos los sectores: los liberales (Samper y López a la cabeza), la iglesia, las Ong y la comunidad internacional, sobre todo Francia que exige la liberación inmediata de Ingrid Betancur, le cueste lo que le cueste al Estado colombiano.
También figuran en la lista el coronel Mendieta de la Policía Nacional y algunos políticos secuestrados en atrevidas acciones de los terroristas: entraron a un edificio en Neiva y secuestraron, entre otros, a Consuelo de Perdomo, o hicieron descender un pequeño avión en una carretera para secuestrar a Eduardo Gechen.
Cuando sus familiares y amigos exigen el canje, rara vez se escucha en ese clamor la exigencia de liberar a TODOS los secuestrados en Colombia. Si acaso dicen, por cumplimiento, que además deberían incluir a los demás en ese canje.
Esto significa que el Estado debe sacar de la cárcel a 500 delincuentes para que sigan cometiendo sus fechorías y sembrando el terror en el país, todo para que sea liberado el 0,7% de los secuestrados que actualmente padecen semejante tortura en Colombia.
No parece justo el sacrificio que haría el país para lograr la libertad de menos del 1% de los secuestrados. Por el contrario: los 9040 secuestrados (informe de la Contraloría General de la República) deberían tener el mismo derecho a la tribuna pública. Imagino que estos conciudadanos deben soñar con una gran presión de parte de sus familiares para que los liberen, contando con la solidaridad y el respaldo de los medios de comunicación, la iglesia y los sectores políticos del país. Pero no. Como ocurre en la cotidianidad, el 0,7% son el estrato 6 de los secuestrados y son ellos los que tienen a sus familias en los noticieros de televisión y en las columnas de los periódicos. Mientras tanto, los otros 8977 secuestrados pertenecen al estrato 1, pues nadie da sus nombres, ni suplica por su libertad, ni los medios de comunicación apoyan las peticiones ni mucho menos hacen presión para liberarlos. Tampoco se escucha la voz de los ex presidentes solicitando su liberación, pues hay 8977 colombianos que solo les importan a sus familias. No se ha visto una actitud resuelta de ningún país para hacer sentir su voz en aras de lograr su liberación.
Que el ejercicio de exigir la libertad de los secuestrados sea completo: cuando se hable de los canjeables, que sean 9040 ciudadanos de bien por 500 terroristas. Que las familias tengan la misma publicidad, el mismo espacio y la misma posibilidad de clamar por la libertad de los suyos y que no siga pasando lo que vemos ahora: los del estrato 6 salen a diario, lloran cuando pueden, pelean por los suyos (están en su derecho) sin pensar en el drama de casi 9000 familias en todo el país.
Si tienen la posibilidad de los medios, si pueden motivar la presión internacional, que lo sigan haciendo, pero por todos y no por unos cuantos que integran la élite del clamor por la libertad.
Para la liberación de estos secuestrados, la iglesia ha hecho eco de la petición de los secuestradores, quienes exigen el despeje de dos municipios en el Valle del Cauca. A diario escuchamos el clamor de varios sectores que le exigen al gobierno una actitud menos rígida frente al tema, pues de lo que se trata es de liberar a estos colombianos, algunos de los cuales ya cumplen seis años de encierro.
La presión para canjear a estos colombianos por 500 delincuentes se hace desde todos los sectores: los liberales (Samper y López a la cabeza), la iglesia, las Ong y la comunidad internacional, sobre todo Francia que exige la liberación inmediata de Ingrid Betancur, le cueste lo que le cueste al Estado colombiano.
También figuran en la lista el coronel Mendieta de la Policía Nacional y algunos políticos secuestrados en atrevidas acciones de los terroristas: entraron a un edificio en Neiva y secuestraron, entre otros, a Consuelo de Perdomo, o hicieron descender un pequeño avión en una carretera para secuestrar a Eduardo Gechen.
Cuando sus familiares y amigos exigen el canje, rara vez se escucha en ese clamor la exigencia de liberar a TODOS los secuestrados en Colombia. Si acaso dicen, por cumplimiento, que además deberían incluir a los demás en ese canje.
Esto significa que el Estado debe sacar de la cárcel a 500 delincuentes para que sigan cometiendo sus fechorías y sembrando el terror en el país, todo para que sea liberado el 0,7% de los secuestrados que actualmente padecen semejante tortura en Colombia.
No parece justo el sacrificio que haría el país para lograr la libertad de menos del 1% de los secuestrados. Por el contrario: los 9040 secuestrados (informe de la Contraloría General de la República) deberían tener el mismo derecho a la tribuna pública. Imagino que estos conciudadanos deben soñar con una gran presión de parte de sus familiares para que los liberen, contando con la solidaridad y el respaldo de los medios de comunicación, la iglesia y los sectores políticos del país. Pero no. Como ocurre en la cotidianidad, el 0,7% son el estrato 6 de los secuestrados y son ellos los que tienen a sus familias en los noticieros de televisión y en las columnas de los periódicos. Mientras tanto, los otros 8977 secuestrados pertenecen al estrato 1, pues nadie da sus nombres, ni suplica por su libertad, ni los medios de comunicación apoyan las peticiones ni mucho menos hacen presión para liberarlos. Tampoco se escucha la voz de los ex presidentes solicitando su liberación, pues hay 8977 colombianos que solo les importan a sus familias. No se ha visto una actitud resuelta de ningún país para hacer sentir su voz en aras de lograr su liberación.
Que el ejercicio de exigir la libertad de los secuestrados sea completo: cuando se hable de los canjeables, que sean 9040 ciudadanos de bien por 500 terroristas. Que las familias tengan la misma publicidad, el mismo espacio y la misma posibilidad de clamar por la libertad de los suyos y que no siga pasando lo que vemos ahora: los del estrato 6 salen a diario, lloran cuando pueden, pelean por los suyos (están en su derecho) sin pensar en el drama de casi 9000 familias en todo el país.
Si tienen la posibilidad de los medios, si pueden motivar la presión internacional, que lo sigan haciendo, pero por todos y no por unos cuantos que integran la élite del clamor por la libertad.